Objetivo.
Filmar con pasajeros arriba de un avión requiere de mucha discreción, contorsionismo y habilidades para meterse con la cámara en lugares muy, muy estrechos. Nuestra misión principal es pasar desapercibidos mientras preparamos increíbles videos sin que nadie se dé cuenta.
En este caso, es muy importante para el cliente poder compartir el contenido al día siguiente o a los pocos días del registro. Por eso, la mayor parte del material registrado se baja del avión y se va derechito y sin escalas a nuestras islas de edición.
Recibimos cada brief del equipo de comunicación de Aerolíneas y revisamos las ideas con nuestro feedback técnico.
Armamos el guión y el storyboard para estar alineados entre todos, siempre teniendo en mente el objetivo final de comunicación. Después de una preproduction meeting y ajustes, ¡estamos listos para filmar!
Un buen plan de rodaje es esencial. En un vuelo corto -descontando despegue, aterrizaje, asistencia de la tripulación y posibles imprevistos- el tiempo disponible para filmar es realmente muy corto y hay que estar súper sincronizados para no perder ni un minuto. Por eso detallamos cuidadosamente cada sonido a grabar, cada testimonio a tomar y cada plano necesario.
Durante el viaje, apenas llegamos a los 10.000 pies, nos esparcimos por todo el avión como unos ninjas y cada uno se dedica a lo que tiene asignado en el plan. ¡Uf!
Grabamos sonidos fuera del avión para tener la posibilidad de tenerlos más limpios y poder incluirlos con foley.
En algunos casos, hacemos producciones en nuestro set para lograr resultados mejor controlados.
Editamos las cápsulas a la velocidad de la luz y en menos de 24 horas desde finalizado el rodaje las piezas ya están rockeándola en las redes: montaje, VFX, post de sonido, post de color, ¡todo!
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